el nacimiento


Un martes seco, pero lleno de vos..

las torpezas se fueron hace tiempo, desde el momento en que empecé a reirme tras cada palabra tuya..

porque tal vez iniciamos un juego de martes.

palabra tras palabra..


...gana tras gana.


¡Cómo me gustás cada vez que nacés.. a través de esta pantalla!


..nacés de color verde y cursiva.

Juego


Juguemos al escondite
y escondámonos del mundo
ese que nos señala
que nos enferma.

Juguemos al escondite
y escondámonos juntos
en un lugar oscuro
pero lleno de flores.

¿Querés jugar conmigo y sin excusas gritemos fuerte?

Yo, correré primero
y vos usarás estrategias de un hombre nuevo
para no soltarnos nunca
y menos perder el juego.

Juguemos al escondite
y huyamos a un mundo nuevo.

Sólo esta noche...

Esta noche te permito investigar mi historia,
pasear por mi corta vida
y contemplarme entera.

Esta noche te permito que uses tu pañuelo blanco
y con él acariciarme el rostro sendiento.

Esta noche te permito que toques a mi puerta
atrapada entre andenes y fuertes cadenas.

Esta noche te permito simplemente que te dejes llevar,
que me ames con ternura
y no esperes a que yo te permita.

Sólo esta noche.

...El día de la feria


A veces, algunas personas sólo van a la feria del libro una vez al año, porque está de moda. Así de simple, aprovechan los ciclos de cines alternativos y ferias internacionales de libros, como la que se está presentando hasta esta semana en Asunción, para hacer “faces” mostrar la cara o codearse con la “clase intelectual” de Paraguay.

Entre señores altos con boinas, y jovencitas perfil bajo, lentes y simplemente sensuales como la literatura con rostro femenino, ancianas, curas, monjas y el que no se decide por uno sólo, corrían los saludos, cortesías y alguna que otra invitación erótica a través de las miradas. Amigos de la literatura, escultores de la palabra que se frecuentan en los cafés, de tanto en tanto en debates culturales y hasta comparten cigarrillos en fiestas under.

Allí estaba yo en medio de ellos, pero no por moda, sino sedienta como una niña que se hacía intocable y a la vez más pequeña, abatida por la ignorancia, por la escasez de efectivo y por las ganas de querer ser otra, más crecida tal vez, como un nuevo diccionario, de miles de idiomas, con experiencias de locuras y anécdotas chistosas.

Me sentía como en el bosque, uno de espejos. Hojas caían, pájaros volaban, libros sacando el pecho, muy soberbios todos en ese estante; en el otro, las revistas haciendo muecas como mariposas celosas, y yo, envidiando hasta la mordedura de lengua a ella, la que exhalaba cultura cada segundo, con pestañas sabor a sexo mañanero acompañado de la carcajada de él y el ronroneo de su caricia.

Al salir de esa inundación de perfumes caté, paré un instante en la cesta de libros usados algunos y en oferta, y sin darme cuenta estaba él, ahí nomás muy cerca de mi espalda.. ella la había dejado, se despidió con un beso en la mejilla y fue cuando su mirada irrumpió mi vestido negro gastado, me dijo: “ muy buen libro” y risa,¿sería típico de la clase intelectual? ¿quién era yo para irrumpir desafiante dentro de ese mar de historias?. Pero lo hice sin darme cuenta, seduje con mis rulos a los minutos y aprendí que ya estaba adentro, tan dentro de la cama y de mi cuerpo.